Sírvase usted mismo y me meto hasta los hombros en las habas. Más. Me pongo pomodoro y besamel. Más. Ábrame paso, señora. Más. Malabares con las coles de Bruselas, kiwis de Venecia y un cazo volando aspas de helicóptero. Más. Mis platos que revientan. Más. Una pirámide azteca en la bandeja. Más ¿Cuánto? Más ¿Sólo? Más. Me pongo otro chuletón de conejo y la bandeja sobrevuela mesas, mandíbulas molientes y culos panziformes. Una silla, mía, ¡que reviento! Más. Todavía un esfuerzo más, dos tartas más, café, otro café, copa y puro.
Ahora suelto el cinturón y los pies que van descalzos sobre la mesa, me relajo, tomo aire despacio, miro plácidamente a mi alrededor y que, de pronto, me doy cuenta que en este justo momento me apetece hacer fieramente el amor...
—Psssshhhh... ¡Camarera! ¡MÁS!