lunes, 6 de mayo de 2013

Casa-cabeza


Atardece. Por la puerta-boca entran las últimas personas. El sol se esconde en el horizonte mientras arrastra tras de sí un gigante telón de estrellas. Ahora, las luces amarillas que se han encendido en las ventanas-ojos parecen dos astros más del firmamento. Hay música dentro, un guiñol de figuras recortadas, risas. Al final se bajan los párpados y se llena el campo de silencio. Sólo se oyen pequeños sonidos de digestión, bajo nuestros pies, en el interior del estómago gigante del mundo-cuerpo.

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