La primera duda que tengo es si las dos luces verdes del fondo son las de los semáforos de un cruce o los ojos de una jabalina gigante. La segunda es si llevo en el maletero el arco mágico. Freno y bajo del coche y lo compruebo; el animal está al fondo, de perfil, mirándome fijamente con sus siete rayones colgando de las ubres como siete estalactitas. Parece un toro de Osborne sin cuernos y galáctico, tal vez un poco más gordo. Y el arco está. Lo monto. Voy achatando la distancia que me separa de la hija del rey Mum. Necesito acercarme lo suficiente para no errar la única flecha de la que dispongo y poder deshacer el hechizo. La carretera en silencio, la noche berrando de oscuridad, los ojos refulgentes. Apunto.
Onirismo en estado puro. Y escribir una leyenda mitológica con un coche de por medio es un puntazo.
ResponderEliminarParece que vuelves a actualizar tu blog... buena noticia.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Coincido con Cybrghost y con David, por lo que suscribo lo comentado por ambos.
ResponderEliminarUn saludo,
Una alegría ver que vuelves a la actividad microrrelatista. Y en plena forma!
ResponderEliminarmicrorrelatos de un macronarrador.... genial!!!
ResponderEliminarGracias a todos. La vuelta está siendo un poco dura, por lo que la cosa tardará un poco en tomar bríos. ¡Veremos!
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