Al finalizar la serie de óleos, don Agapito se impulsa con su bastón hacia la de fotografías. Las dos últimas generaciones de su familia ya aparecen retratadas en papel leptográfico. Se detiene. Lo más curioso de la fotografía, piensa posando su vieja mirada en el fuego, no es lo que ha supuesto para la historia a nivel documental. Tampoco, y mira para la los libros que se extienden por las estanterías, su importancia en el desarrollo del arte contemporáneo. Lo más inquietante, se dice ante las arrogantes patillas de su abuelo, es ver, con esa nitidez espantosa, a tus antepasados ya muertos mucho más jóvenes que tú.
miércoles, 12 de junio de 2013
Fotos viejas
Al finalizar la serie de óleos, don Agapito se impulsa con su bastón hacia la de fotografías. Las dos últimas generaciones de su familia ya aparecen retratadas en papel leptográfico. Se detiene. Lo más curioso de la fotografía, piensa posando su vieja mirada en el fuego, no es lo que ha supuesto para la historia a nivel documental. Tampoco, y mira para la los libros que se extienden por las estanterías, su importancia en el desarrollo del arte contemporáneo. Lo más inquietante, se dice ante las arrogantes patillas de su abuelo, es ver, con esa nitidez espantosa, a tus antepasados ya muertos mucho más jóvenes que tú.
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Don Agapito mueve sus oleos retratando su familia sin percatarse de tu paso por el lugar. Ahí está lo curioso de esta historia: el mejor retrato es el suyo.
ResponderEliminarSaludos
Con una pequeña capa de laca. A ver cuánto dura.
ResponderEliminarGracias, Nel.
Sí y seguro que todos muy sonrientes...
ResponderEliminarBesos.
Yo me los imagino sonrientes y con bigotes retorcidos...
ResponderEliminarSaludos