Al inspector el cuerpo decapitado sobre la camilla le parece una cara sonriente cuando añade a los pechos-ojos y al ombligo-nariz la gran sonrisa del tajazo abierto en mitad del vientre. «Embarazada» le dice el eco de la sala mientras se vacían los guantes de látex del forense. Él no responde. Desde el descubrimiento, los compañeros estarán buscando la pieza que falta. Calla y recuerda. Era la noche de una redada rutinaria; el lugar menos esperado para encontrarse con el primogénito del Sapo Gasperi. Sí, desenfundó primero. Pero eso, claro está, no iba a importarle al que le había dado la sangre. Y, entonces, sería la venganza y los hilos que se funden y el inspector que recuerda. Recuerda también los ojos-ojos de su esposa, su nariz-nariz y los impulsos que llegaban de su vientre. El inspector que se sienta y los ecos de la sala que, ahora, ya no le llegan.
Uff, qué bien escrito, Alberto. Lo de los ojos-ojos y ojos-pechos es todo un hallazgo descriptivo.
ResponderEliminarJoder Alberto... me has dejado en el sitio!
ResponderEliminarQué mala suerte tiene este hombre y tu qué buena escribiendo cosas así!
Un abrazo
Joerrr, excelente Alberto, me dejas sin palabras. Debo decir que he tenido que releerlo porque he tardado en relacionar a su esposa con el cuerpo decapitado, pero es que hoy llevo todo el día en el ordenador y ya no sé por dónde me ando :-)
ResponderEliminarMe ha parecido estupendo, sí señor.
Besos
Tremendo. Y exigente, sí. Pero cuando desentrañas el sentido, la pieza se paladea intensamente por su orfebrería estructural y estilística. Estos micros que me hacen sacudir primero la cabeza al no entenderlos del todo bien, y que me obligan a releerlos por la densidad de los silencios y por lo escondidos que están los hilos que engarzan el argumento, son los que más disfruto. Es la sensación edificante de haber salido victorioso de un reto intelectual. Y después está lo otro. ¿Y qué es lo otro? Pues lo otro es el efecto paradójico de la literatura del que habló Vladimir Nabokov, quien decía que ante las situaciones más dramáticas del teatro de Shakespeare, por ejemplo, el lector o espectador sí que sentía un estremecimiento, pero que este contenía "un intenso elemento de delectación" al no poder dejar de admirar el genio creador del dramaturgo inglés. Bueno, con tu pieza viene a suceder eso: es terrible la historia que se plantea, nos hace estremecer, pero no podemos dejar de admirar la calidad con la que la has plasmado. Enhorabuena Alberto. Gran micro, sí señor.
ResponderEliminarAbrazos admirados.
Menuda narrativa, Alberto, un texto de una calidad indiscutible. Enhorabuena!
ResponderEliminarIba a decir lo mismo que Iván Teruel, así que simplemente firmo debajo.
ResponderEliminarAbrazos mexicanos y uruguayos,
PABLO GONZ
PD.: Me encanta que tu blog vuelva a latir.