miércoles, 10 de julio de 2013

La nevada

   
       I. Mirad aquel perro. Sus ladridos resuenan en el fondo del valle. Es una pequeña sombra nerviosa saltando en la inmensidad de la nieve, escarbando, enganchando sus aullidos al eco de las peñas. Se para, mira al suelo, reconoce algo, mueve el rabo y salta otra vez sobre el hoyo abierto bajo sus patas.


      II. Hacia la luz, hacia la luz siempre, les decía Don Miguel mientras señalaba hacia la veleta del campanario. El cielo estaba azul con una algarabía loca de vencejos y los tejados brillaban con toda la fuerza del verano. En la plaza, los niños, apartados los juegos, seguían con su mirada la mirada del cura, de allí a su mano. Y de su mano, al sol.


       III.  Hacia la luz, hacia la luz siempre, resuenan las palabras como un eco en sus oídos. Deja caer un hilo de saliva y mira por el túnel abajo, hacia los demás. Arriba, la claridad. Es el camino correcto, así que toma la pala y vuelve a atacar con ella la nieve sobre su cabeza. Cada vez más fuerte. Para. Vuelve a mirar abajo. ¿Habéis oído? Y el resto de ojos comienzan a reír desde el fondo, desde la plaza porque, cada vez más cerca, se oyen más nítidos los inquietos ladridos de un perro.

2 comentarios:

  1. Estupendo micro en tres actos. Me suena, ¿Puede ser?

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  2. Puede, puede. Está recuperado de las ruinas del anterior blog. Sólo me quedaba el recuerdo de él, así que está rehecho completamente.

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